Si eres de los que les toca ver un amanecer en una zona de regadío español, a simple vista puede parecerte similar al de hace décadas atrás. Es probable que pienses, son campos listos para ser regados y agricultores con la incertidumbre de siempre, con la vista puesta al cielo. Sin embargo, bajo esa superficie y en el aire, algo ha cambiado rotundamente.
Sensores inalámbricos enterrados en el suelo miden la humedad cada hora, estaciones meteorológicas digitales anticipan las necesidades de agua de los cultivos, y hasta los sistemas de bombeo calibran su actividad para aprovechar las horas de energía más económicas del día.
Esta escena que describo es un fiel reflejo de una nueva realidad que está surgiendo en el campo español, gracias a la transformación digital del regadío. España, históricamente país líder en agricultura de regadío, se enfrenta hoy al doble desafío de producir más alimentos con menos agua y energía.
No es un reto menor: el regadío consume aproximadamente el 79,1% de los recursos hídricos disponibles en el país y genera el 65% del valor de la producción vegetal total sobre apenas el 23% del total de la tierra cultivada en España, lo que equivale a 3.713.936 hectáreas (MAPA).
Nuestra agricultura de regadío se encuentra en una encrucijada decisiva. El cambio climático, la escasez de agua, los costos energéticos al alza, la necesidad de reinventar su gestión y mejorar la eficiencia energética como reducir el impacto ambiental de la actividad agrícola han puesto en jaque su viabilidad. Hay que poner en valor que la modernización de regadíos no es solo una cuestión técnica, sino una necesidad estratégica innegable para la sostenibilidad y un desafío de planificación, inversión y coordinación.
En este contexto, la digitalización ha pasado de ser una opción a una, también, auténtica necesidad estratégica. Y surge la pregunta inevitable: ¿Cómo garantizar la sostenibilidad del regadío sin comprometer la rentabilidad de las explotaciones agrícolas?
Los avances tecnológicos han abierto una nueva era para el regadío español. Y esto, crea el escenario donde el futuro del campo español depende de las decisiones convenientes que tomemos hoy. ¿Está el sector preparado para adoptar estas soluciones? Está claro que, tanto agricultores, empresas tecnológicas, administraciones públicas y comunidades de regantes deben ser un eslabón puente para implementar infraestructuras más resilientes y eficientes. Y lo antes posible.
En esta primera entrega, daremos un vistazo al estado de situación y las tecnologías clave para, en el próximo número de la revista TIERRAS Agricultura, abordar los retos a los cuales nos enfrentamos y todas las vertientes de esta revolución del sector y por supuesto, lo que está por venir.
El regadío en España: Pequeño en territorio, gigante en impacto
El timeline del regadío español refleja un sector en plena transición. En el haber, España ha ejecutado un enorme esfuerzo de modernización física. Actualmente, el 80,57% de la superficie de riego emplea sistemas a presión, con un 57,63% utilizando riego localizado, un 14,73% de la superficie de regadío empleaba sistemas de aspersión, el riego por gravedad representaba el 19,44% de la superficie de regadío en España (MAPA, 2023).
La consecuencia de estos datos es que la eficiencia hídrica ha mejorado: el consumo anual de agua de riego, que antaño rondaba los 24.000 hm³ (casi un 80% de todos los usos consuntivos), se sitúa ahora en torno a 15.000 hm³, aproximadamente el 63% del total de agua consumida en España. Es decir, con menos agua se está manteniendo el sector e incluso incrementando la producción agrícola, gracias a la difusión de técnicas como el riego por goteo y a una mejor gestión del recurso vital para el agro.
Esta transformación ha sido posible mediante las inversiones público-privadas, que han generado significativos avances en el ámbito social, territorial, ambiental y económico (más de 4.000 millones de euros invertidos en modernización desde los años 90), consolidando al regadío como un pilar esencial de la producción agrícola en España.
El gobierno español tiene planificado invertir más de 2.400 millones de euros en la modernización de regadíos entre 2021 y 2027, beneficiando aproximadamente a 200.000 agricultores y ganaderos (MAPA). Ahora bien, modernizar no equivale a digitalizar por completo. Gran parte de las mejoras conseguidas hasta la fecha han sido infraestructurales (canalizaciones, cabezales de riego, equipamientos de bombeo eficientes, etc.) y no siempre tienen agregado una gestión inteligente automatizada.
De hecho, en muchos regadíos aún no se conoce con exactitud el volumen de agua que se consume en tiempo real, ni se cuenta con telemetría o telecontrol extensivos. En numerosas comunidades de regantes, a pesar de su esfuerzo, los agricultores siguen pagando el riego en función de la superficie o por dotaciones fijas, no según el agua efectivamente utilizada, lo que no incentiva el ahorro. Aquí entramos a desenredar el nudo crítico de la situación actual: la falta de datos y control detallado en parte del regadío. Sin medición precisa es difícil gestionar eficientemente. ¿No crees?
Por suerte, esto está empezando a cambiar, a tomar envión: se incrementa el uso de contadores inteligentes y de sistemas de monitorización piloto, crece la instalación de sensores de humedad en fincas demostrativas, y muchas comunidades de regantes han incorporado algún tipo de telecontrol en sus redes (válvulas automatizadas, alertas de presión, etc.).
En cuanto a la gestión de recursos hídricos, la situación actual muestra luces y sombras. En lo que respecta al plano energético, la dependencia de la electricidad de red para bombear agua ha hecho a los regantes vulnerables a la subida de los precios eléctricos en la última década. Al final del horizonte, se empiezan a ver las primeras iniciativas de autoproducción. Sin embargo, aún son esfuerzos aislados. Como también sucede con la adopción de herramientas digitales avanzadas, las cuales ya disponen de un primer piso, pero todavía no se han animado a subir al segundo.
Cada gota cuenta. De la utopía a la necesidad en un sector en crisis
En las dos últimas décadas las hectáreas destinadas al regadío han crecido casi un 11%, mientras que las de secano se han mantenido prácticamente igual, según datos del Ministerio de Agricultura. Esta realidad ineludible, sumada a las recurrentes sequías y al impacto del cambio climático, exige una gestión más eficiente y sostenible del agua en la agricultura.
La transformación digital del regadío ha permitido optimizar el uso del agua, reducir costes energéticos y mejorar la productividad agrícola. A pesar de ello, aún hay barreras tecnológicas, económicas y de habilidades que impiden su adopción generalizada en todo el territorio.
Ahora, vistos en esta nueva realidad, ¿es posible imaginar un sistema de regadío donde cada gota de agua se utiliza de manera óptima, argumentada por datos precisos, automatización y tecnología avanzada garantizando una producción sostenible y rentable? En mi opinión, es el momento y el contexto para que esto deje de ser una utopía y pase a ser un hecho, para mantener la competitividad del sector agrícola español en Europa.
Es fundamental sumergirse en analizar los avances actuales y aquellas áreas que requieren mayor atención en la digitalización del regadío en España. Vamos a analizar juntos donde estamos parados, exponer de manera clara ‘qué sabemos’ y ‘a que ritmo avanzamos’, así como identificar qué desafíos quedan por resolver en la digitalización del regadío.
De la tradición a la digitalización: España riega su futuro
La modernización del regadío en España avanza a paso firme gracias a una serie de programas estratégicos que impulsan la digitalización y la sostenibilidad en la gestión del agua. El verdadero desafío no es solo modernizar la superficie de regadío aún pendiente, sino maximizar la eficiencia y sostenibilidad de las zonas ya modernizadas.
La optimización continua de estos sistemas es clave para garantizar un uso más inteligente del agua y una gestión energética eficiente. Porque esto no va solo de eficiencia productiva, sino de una estrategia en red para la sostenibilidad ambiental, el equilibrio territorial y la resiliencia climática.
Las empresas y organismos ya no pueden operar de manera aislada. La colaboración permite acceder a conocimiento, talento y recursos de forma rápida y eficiente. En un ecosistema interconectado, colaborar de forma proactiva es la clave del éxito. “La transformación digital no ocurre en soledad”.
La colaboración entre administraciones públicas, empresas tecnológicas y agricultores es fundamental para facilitar la adopción de estas innovaciones. Con políticas adecuadas, incentivos financieros y una mayor concienciación sobre la importancia del uso eficiente del agua, España puede consolidarse como un referente en la modernización del regadío y la sostenibilidad agrícola.
La fórmula mix de la inversión pública y privada, junto con políticas de soporte, permitirá que el regadío continúe siendo un pilar estratégico en la seguridad alimentaria y en la economía agrícola española. Es necesario seguir apostando por la investigación y el desarrollo de nuevas soluciones digitales que permitan una gestión más inteligente del agua.
La implementación de modelos de economía circular y el uso de energías renovables en el bombeo y distribución del agua, son estrategias complementarias que pueden potenciar aún más los beneficios de la digitalización en el regadío.
La digitalización no es el futuro del regadío, es el presente. Adoptarla con determinación marcará la diferencia entre una agricultura vulnerable y una resiliente, capaz de afrontar los desafíos hídricos y climáticos del siglo XXI, garantizando la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de los recursos naturales.
Pero la meta debe ser analizada, debatida, para dar luz a las siguientes preguntas:
- ¿Tenemos que reducir la superficie de regadío para garantizar capacidad productiva?
O, mejor dicho.
- ¿Tenemos que reducir la superficie de regadío para disminuir la presión sobre los recursos hídricos?
Sabemos que la crisis climática nos llevará al límite de instrumentar la reubicación de determinadas producciones agrícolas (tal como lo lees), adaptándolas a nuevas condiciones ambientales. Actuar ahora garantizará un sector agrícola más competitivo, resiliente y eficiente. Hay que superar desafíos como la conectividad y las competencias y habilidades de los agricultores para aprovechar las oportunidades que ofrecen las nuevas tendencias y soluciones tecnológicas en el sector.
Fondos y tecnología: El tándem que impulsará el regadío del futuro
Hay que ponderar el impulso de determinados programas para la implementación y adopción de tecnología innovadoras. Algunos de ellos son:
- PERTE de Digitalización del Ciclo del Agua: el gobierno ha lanzado el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE), destinando 74,1 millones de euros en su primera convocatoria para la digitalización de comunidades de regantes.
- Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR): este plan incluye inversiones significativas en la modernización de regadíos, con el objetivo de mejorar la eficiencia y sostenibilidad del sector. Se han destinado 704 millones de euros para la modernización de regadíos sostenibles, enfocándose en el ahorro y la eficiencia energética.
- Política Agrícola Común (PAC): España defiende que la PAC apoye sistemas de riego modernos y sostenibles, promoviendo la eficiencia hídrica y energética en el sector agrícola.
Estos datos reflejan el impacto positivo de la modernización y transformación digital del regadío en España, resaltando su relevancia en la producción agrícola y la gestión eficiente de los recursos hídricos.
Si comparamos de algún modo a España con otros países europeos, nos encontramos dentro de los países que más han avanzado en la modernización de sus sistemas de regadío. Sin embargo, aún existen muchos desafíos latentes.
Agua y energía: el doble desafío que definirá el futuro del agro
El binomio agua-energía se ha convertido en una pieza destacada del rompecabezas del regadío moderno. La modernización de los últimos años está revolucionando la gestión y el ahorro de agua. Se estima que las mejoras en infraestructuras redujeron un 15% el consumo hídrico en la última década, pero, a cambio, el riego pasó de la gravedad a sistemas presurizados que demandan más energía eléctrica.
Este intercambio entre agua ahorrada y kilovatios consumidos nos exige buscar un equilibrio óptimo o, mejor dicho, un nuevo objetivo: ahorrar agua y energía simultáneamente. Que cada gota de agua venga acompañada del mínimo gasto energético posible.
Pero, ¿qué significa en la práctica? Tener presente la implementación de bombas y redes más eficientes, aprovechando los desniveles del terreno para recuperar energía cuando el agua fluye e incluso generar electricidad in situ con paneles solares o miniturbinas acopladas a las redes hidráulicas.
La operatoria en tándem de la gestión integrada del agua y la diversificación de fuentes hídricas se han vuelto imprescindibles en España (y en el mundo). Ya no basta con depender de la fuente tradicional (el río o el pozo de turno), hoy se habla de emplear “agua azul, verde y hasta marrón” en un mismo esquema. Con esto me refiero a: combinar aguas superficiales, subterráneas, lluvia almacenada, regeneradas de depuradora e incluso desalinizadas.
Actualmente el grueso del agua de riego sigue proviniendo de embalses y ríos (74%) y acuíferos (24%), pero comienzan a incorporarse fuentes no convencionales. Hoy, más de 57.000 hectáreas se riegan con aguas depuradas y otras 20.500 ha aproximadamente, con agua desalada.
Para dejarlo más masticable: diversificar las fuentes de agua de riego, como quien diversifica sus inversiones para reducir riesgos, es ahora una necesidad, y gestionarlas de forma integrada, en red, es la única alternativa de hacer un frente común a la incertidumbre hídrica de cada rincón de España. Pero este escenario debe lograrse de forma sostenible. De nada nos sirve tener agua hoy si compromete el agua de mañana.
Por eso la modernización implica medidas para minimizar el impacto ambiental, como el riego localizado que reduce las correntías y filtraciones de fertilizantes. Y acá está el punto clave. Con la digitalización, se da un paso más: es posible controlar de cerca cuánto fertilizante se aplica con el agua, monitorizar la calidad de las aguas de retorno o drenaje, y, por ende, ajustar las dosis para evitar la contaminación de acuíferos.
Los estudios indican que el riego tecnificado puede incluso multiplicar por seis la producción en comparación con el secano, generando cuatro veces más ingresos para el agricultor y hasta el triple de empleos que otros modelos productivos. Cada hectárea con acceso a riego multiplica las oportunidades de empleo y población.
Por otro lado, el cambio climático obliga a integrar la resiliencia en el modelo: ser capaces de mantener la producción con menos agua, o como estamos viviendo estos años, con temperaturas más extremas. Todo es parte de la sostenibilidad a largo plazo. No quiero caer en el futurismo, pero, es evidente que debemos poner cara a determinadas necesidades, advertir por donde avanzar y conocer cuál sería el impacto esperado.
¿Cuál es el siguiente paso? ¿Cómo avanzamos?
Optimización del binomio Agua-Energía
El futuro del regadío depende de un delicado equilibrio entre dos recursos esenciales: el agua y la energía. El gran desafío no es solo disponer de ellos, sino usarlos con inteligencia.
Imagina un sistema donde el agua no tiene que luchar contra la gravedad, sino que fluya aprovechando los desniveles naturales del terreno, reduciendo la necesidad de bombeo y, con ello, los costos. Al mismo tiempo, visualiza un regadío que genera su propia energía, con paneles solares y otras fuentes renovables que permiten a los agricultores ser más autónomos y sostenibles.
Este es el camino hacia un regadío más eficiente y resiliente, donde cada gota y cada kilovatio cuentan. La clave está en transformar los desafíos en oportunidades, utilizando la propia fuerza de la naturaleza para garantizar un futuro más sostenible y rentable.
¿Qué podemos hacer?
- Implementar sistemas de riego gravitacional en áreas con desniveles naturales para reducir costos de bombeo.
- Desarrollar y optimizar infraestructuras de almacenamiento y regulación para gestionar eficientemente los recursos hídricos y energéticos.
- Incentivar el uso de energías renovables como son la fotovoltaica, eólica, hidroeléctrica de pequeña escala para reducir la dependencia energética.
- Aplicar inteligentemente tecnologías de telemetría y automatización que permitan un control dinámico del consumo energético.
El impacto que se espera es la reducción de costos energéticos, disminución de la huella de carbono del regadío y mayor rentabilidad para los agricultores.
Gestión integrada del agua y diversificación de recursos hídricos
La integración de fuentes de agua no convencionales, como la desalación y la reutilización, junto con la gestión optimizada de aguas superficiales y subterráneas, será clave para afrontar los desafíos hídricos y garantizar la resiliencia del sector ante el cambio climático.
¿Qué podemos hacer?
- Fomentar e impulsar la desalación y la reutilización de aguas residuales tratadas, incorporándolas al ciclo del regadío bajo estrictos estándares de calidad.
- Promover modelos de gestión integrada de aguas superficiales y subterráneas, utilizando sensores IoT para monitorear disponibilidad y consumo.
- Desplegar sobre el terreno infraestructuras resilientes que permitan la captación y almacenamiento de agua en épocas de exceso para su uso en periodos de escasez.
El impacto esperado es asegurar una disponibilidad hídrica más estable y resiliente, optimizando el uso de cada recurso en función de su calidad y disponibilidad.
Digitalización y tecnologías avanzadas en la gestión del regadío
En un país con una climatología caracterizada por periodos prolongados de sequía y una creciente presión sobre los recursos hídricos, la modernización de los regadíos toma el lugar de ser la ‘estrategia clave’ que garantice la sostenibilidad del sector agrario, permitiendo un uso más eficiente del agua, reduciendo costes energéticos y mejorando la competitividad de cada explotación.
¿Qué podemos hacer?
- Idear, desarrollar e implementar sistemas de riego inteligente basados en sensores de humedad del suelo y predicción climática.
- Planificar la integración de plataformas de Big Data e Inteligencia Artificial (IA) para la toma de decisiones en la gestión del agua.
- Programar sistemas de monitoreo en tiempo real con acceso a datos desde dispositivos móviles para los agricultores y gestores del regadío.
- Incluir al Blockchain en la gestión hídrica, garantizando transparencia y trazabilidad en el uso del agua.
El impacto esperado es la mejora en la eficiencia del riego, reducción de desperdicio de agua y mayor precisión en la gestión del recurso.
Sostenibilidad y Desarrollo Rural
Desde una perspectiva de sostenibilidad, el desarrollo del regadío debe equilibrar la competitividad económica y el respeto por el medio ambiente, generando una rentabilidad múltiple que abarque beneficios económicos, sociales, medioambientales y territoriales.
Por otro lado, la modernización del regadío no solo es una estrategia productiva, sino también una herramienta fundamental para el desarrollo rural y la fijación de población en el territorio, contribuyendo a mejorar la calidad de vida en estas zonas y asegurando la viabilidad económica de las explotaciones agrícolas.
¿Qué podemos hacer?
- Diseñar programas de formación en habilidades y competencias en digitalización para agricultores, técnicos y comunidades de regantes, favoreciendo la adopción y uso de nuevas tecnologías.
- Crear incentivos económicos y fiscales reales y asequibles, para la adopción de soluciones tecnológicas sostenibles.
- Estructurar un plan de modernización del regadío en zonas con riesgo de despoblación para convertirlo en un motor de desarrollo rural.
El impacto esperado es la fijación de población en zonas rurales, mayor competitividad del sector agrícola y reducción de la brecha digital en el regadío.
Regadío Inteligente: cuando la tecnología y la tierra hablan el mismo idioma
Si nos ponemos a pensar, no hace muchos años, un agricultor se arrodillaba, tomaba un puñado de tierra entre sus manos y, con la experiencia que le brindaban los años, decidía si era momento de regar o no. Hoy, esa misma escena ha cambiado.
La modernización física del regadío fue el primer gran paso, pero la verdadera transformación llegó con la digitalización. Es como si hubiéramos pasado del mapa de papel al GPS: ahora no solo sabemos dónde estamos, sino también cuál es la mejor estrategia para llegar a nuestro objetivo, con el menor coste posible.
Tecnologías avanzadas están permitiendo a los agricultores gestionar el agua y la energía con una precisión impensable hace apenas una década. ¿Cómo lo están logrando? Veamos las herramientas que están marcando un antes y un después en la gestión del riego.
Sensores de humedad del suelo, clima y monitoreo en tiempo real
Antes, el riego dependía de estimaciones. Hoy, los sensores de humedad del suelo y estaciones meteorológicas actúan como los oídos y los ojos del agricultor. Miden en tiempo real la humedad, la temperatura y otros factores clave, permitiendo que el agua se aplique solo cuando y donde realmente se necesite.
- Impacto directo: hasta un 30% de reducción en el consumo de agua.
- Evita riegos innecesarios y previene el estrés hídrico en los cultivos.
- Mejora la eficiencia en el uso de fertilizantes, reduciendo su lixiviación.
Dato: en cultivos como el olivar y los frutales, la eficiencia de estos sistemas ha permitido reducir el gasto hídrico hasta en un 40% en comparación con el riego tradicional.
Telemetría y control remoto
Piénsalo de esta manera: antes, gestionar el riego era como conducir un coche sin tablero de control. Ahora, la telemetría permite conocer el caudal, la presión y el estado de las redes de riego en tiempo real. El agua ya no se desperdicia en el camino. Insisto, cada gota cuenta.
Gracias a sistemas de control remoto, las válvulas pueden abrirse y cerrarse desde un teléfono móvil, permitiendo ajustar el riego sin necesidad de desplazamientos. Según el informe ‘La transformación digital en la agricultura española’ del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el 19% de los agricultores de regadío utilizan aplicaciones móviles para calcular la dotación de agua necesaria para sus cultivos. Además, el 13,5% emplea herramientas de telecontrol del riego.
Beneficios clave:
- Menos pérdidas por fugas y averías.
- Ahorro energético al programar bombeos en horas de menor costo eléctrico.
- Mayor capacidad de respuesta ante incidencias.
SIG, teledetección y drones
Si los sensores son los oídos del campo, los Sistemas de Información Geográfica (SIG) y la teledetección son sus ojos desde el cielo. A través de imágenes satelitales y drones, es posible analizar la humedad del suelo, detectar zonas de estrés hídrico y monitorear el estado de los cultivos. Es como si el agricultor tuviera una bola mágica que le muestra exactamente dónde y cuánta agua aplicar.
Resultados tangibles:
- Mejor planificación del riego gracias a mapas de humedad y temperatura.
- Identificación de anomalías antes de que afecten la producción.
- Mayor eficiencia en la aplicación de fertilizantes y fitosanitarios.
Dato: esta tecnología ha demostrado ser especialmente eficaz en cultivos extensivos, como el viñedo y el almendro, donde las variaciones en las necesidades hídricas pueden ser significativas a lo largo del ciclo de cultivo.
Automatización y telecontrol
La automatización es el equivalente a pasar de manejar un coche manual a uno con piloto automático. Los sistemas de riego automatizados ajustan el caudal según la demanda de los cultivos, optimizando el consumo de agua y energía sin intervención constante del agricultor.
Ventajas clave:
- Reducción de costos operativos.
- Mayor flexibilidad y control sin necesidad de desplazamientos.
- Ajustes automáticos ante cambios climáticos imprevistos.
El agricultor ya no tiene que estar en el campo 24 horas al día, 7 días a la semana, para asegurarse de que el agua gotee donde debe. Era hora, ¿no?
Inteligencia Artificial y Big Data
Si la tierra habla, la Inteligencia Artificial (IA) y el Big Data son quienes interpretan su mensaje. Algoritmos avanzados analizan datos en tiempo real y generan recomendaciones para optimizar el riego, anticipando las necesidades hídricas según el clima futuro.
Es como tener un asesor personal que, calculando millones de datos de múltiples sistemas y plataformas, nos indica la mejor estrategia de riego en cada momento. Gracias a esta tecnología, el riego deja de ser reactivo y se convierte en proactivo.
Beneficios medibles:
- Ahorro de hasta un 20% en el consumo de agua.
- Mayor resiliencia ante sequías con riego adaptativo.
- Predicción de patrones de consumo para detectar anomalías.
Energías Renovables Aplicadas al Riego
El agua y la energía siempre han ido de la mano. Ahora, con el aumento de la energía solar y eólica, los sistemas de riego pueden reducir su dependencia de fuentes convencionales y abaratar costos.
Impacto positivo:
- Reducción de hasta un 50% en costes energéticos.
- Menor huella de carbono en la agricultura.
- Mayor estabilidad en los costos operativos.
Gemelos Digitales: simulando el futuro del regadío
Por último, la llegada de los gemelos digitales ha revolucionado la gestión del agua. Estas réplicas virtuales de las redes de riego permiten simular diferentes escenarios antes de aplicarlos en campo. Es como probar varias estrategias de riego en un videojuego antes de tomar una decisión real.
Ventajas estratégicas:
- Optimización de estrategias de riego sin riesgos.
- Evaluación del impacto de sequías o cambios en la disponibilidad del agua.
- Reducción de costes operativos gracias a la simulación avanzada.
Sí, además de las tecnologías mencionadas, hay otras innovaciones emergentes que están ganando relevancia en el regadío español o que se espera que tengan un impacto significativo en el futuro.
Algunas de ellas incluyen:
- Blockchain para la gestión del agua y la transparencia de datos.
- Nanotecnología en el riego y fertirrigación.
- Internet de las Cosas (IoT) con redes de baja potencia (LPWAN).
- Desalinización con energía renovable para el regadío.
- Biorreactores de agua regenerada y biofiltración.
- Sistemas de almacenamiento de energía para regadío solar.
- Bioingeniería para la retención de agua en el suelo.
- Sistemas de gestión hídrica basados en computación cuántica.
Lo positivo es que el agricultor ya no depende únicamente de su intuición (la cual tiene días mejores que otros), sino que dispone de un arsenal de tecnologías que le permiten ser más preciso, eficiente y sostenible.
Estamos en un punto de inflexión. El agua es limitada, pero el ingenio humano no lo es. El futuro del regadío dependerá de nuestra capacidad para combinar conocimiento, innovación y sostenibilidad en una sola estrategia inteligente pensada por humanos.
Fuente: Interempresas
Artículo: Mariano Larrazabal, Ingeniero Agrónomo. Consultor en transformación digital del sector agropecuario y agroalimentario