Una encuesta del Real Instituto Elcano revela el desfase entre la preocupación ciudadana y su disposición a respaldar políticas transformadoras en la gestión del agua. El estudio apunta a la desinformación, la baja conversación social y la desconfianza institucional como barreras clave para avanzar hacia un modelo más sostenible.
La gestión del agua en España enfrenta un desafío estructural que va más allá de las infraestructuras o la financiación: necesita legitimidad social. En ese contexto, el Real Instituto Elcano acaba de publicar el primer gran estudio sobre cómo perciben los ciudadanos los problemas del agua, qué actitudes muestran frente a la escasez y qué tipo de medidas están dispuestos a aceptar. El documento, titulado El agua en España: opiniones, actitudes y prioridades de los ciudadanos, se basa en una encuesta realizada en seis comunidades autónomas y ofrece una lectura imprescindible para gestores públicos, operadores y expertos del sector.
Los resultados del estudio son claros: existe una preocupación creciente por la escasez y la calidad del recurso, pero esta inquietud no siempre se traduce en comportamientos o actitudes coherentes. A menudo, el ciudadano está informado a medias, percibe el precio del agua como bajo, desconoce el peso del regadío en el consumo total y muestra reticencias importantes a medidas que impliquen sacrificios o cambios en sus hábitos.
Un diagnóstico necesario en un momento crítico
El estudio se llevó a cabo entre febrero y marzo de 2025 mediante entrevistas telefónicas a una muestra representativa de ciudadanos de Andalucía, Cataluña, Galicia, Comunidad de Madrid, Región de Murcia y Comunidad Valenciana. El diseño de la encuesta parte de los marcos teóricos de la psicología social y la economía ambiental, aplicando la teoría del comportamiento planificado para evaluar no solo opiniones, sino también intenciones y barreras al cambio.
Este enfoque permite no quedarse en el dato superficial. Por ejemplo, si bien el 60 % de las personas encuestadas muestra una alta preocupación por los problemas del agua, esa preocupación no se traduce ni en una mayor disposición a pagar más por el servicio, ni en una aceptación generalizada del uso de recursos no convencionales como el agua regenerada o la desalada. Tampoco en una conversación activa en sus entornos familiares o laborales.
El peso de la desinformación: qué sectores consumen más agua
Uno de los principales hallazgos del estudio es la profunda brecha entre percepción y realidad en cuanto al uso del agua. Muchos ciudadanos sitúan a la industria o al turismo como los mayores consumidores, cuando en realidad es la agricultura quien concentra entre el 60 y el 80 % del uso consuntivo del agua en España. Esta falta de información condiciona el respaldo a determinadas medidas y refuerza narrativas que no se ajustan a la realidad hídrica del país.
A ello se suma la percepción errónea sobre la eficiencia. El sector agrícola es considerado uno de los más eficientes en el uso del recurso, mientras que el turismo y la industria son vistos como menos responsables. En este contexto, el estudio subraya la necesidad de mejorar la transparencia de los datos y reforzar el papel del Observatorio de la Gestión del Agua, previsto en el PERTE de digitalización, como herramienta de divulgación.
Amplio respaldo a la agricultura en situaciones de sequía
Cuando se pregunta a los ciudadanos qué sectores deberían ser prioritarios en caso de escasez, la respuesta es unánime: la agricultura. Este respaldo se da incluso en territorios no marcadamente agrarios, y por delante del medio ambiente, que ocupa el segundo lugar en la jerarquía de preferencias.
Este dato tiene implicaciones importantes. Aunque la protección de los ecosistemas es uno de los pilares de la Directiva Marco del Agua, la ciudadanía aún no incorpora plenamente el valor ambiental como criterio de prioridad. Hay un desfase evidente entre los objetivos normativos y las percepciones sociales.
Recursos no convencionales: alta aceptación… salvo en usos de contacto
La ciudadanía muestra una alta predisposición al uso de agua regenerada y desalada para actividades como el baldeo de calles, el riego de jardines, la limpieza doméstica o el uso industrial. Sin embargo, esta disposición cae en picado cuando se trata de cocinar, ducharse o beber. Mientras que un 69% de los participantes la usarían para ducharse, y un 39% para cocinar, solo el 25 % estaría dispuesto a beber agua regenerada, y el 43 % aceptaría hacerlo con agua desalada.
La principal barrera es la desconfianza en la calidad. Este dato coincide con investigaciones previas que muestran que el “factor asco” está perdiendo fuerza frente a la necesidad de reforzar la credibilidad de las instituciones responsables del tratamiento y la calidad del agua. En este sentido, la comunidad científica aparece como el actor más valorado y con mayor capacidad para generar confianza.
Tarifas del agua: entre la percepción de bajo coste y el rechazo al aumento
Solo un tercio de la ciudadanía considera que el precio del agua es alto, y casi la mitad afirma estar dispuesta a pagar algo más en la factura para asegurar un suministro sostenible. Este respaldo potencial es, sin embargo, muy sensible a la cuantía: más de la mitad de quienes aceptan pagar más, no irían más allá de 10 euros mensuales.
Las diferencias por nivel educativo, renta y orientación ideológica son claras: a mayor renta y formación, mayor disposición al pago. Sin embargo, los argumentos más frecuentes para rechazarlo no se centran en el recurso en sí, sino en la desconfianza institucional y en la percepción de que el precio actual ya es suficiente.
La conversación que no se está dando
Uno de los datos más preocupantes del estudio es que el 47 % de los encuestados no habla nunca con su entorno sobre el agua. No lo hace con su familia, ni con su pareja, ni con sus compañeros de trabajo. Este silencio social dificulta la generación de normas colectivas y limita el poder transformador de la presión de los pares, clave en muchos procesos de cambio climático y transición ecológica.
Frente a otros temas como la energía o el reciclaje, el agua sigue siendo invisible en la conversación ciudadana. Visibilizarla será un paso imprescindible para legitimar las políticas públicas que están por venir.
Confianza institucional: la gran asignatura pendiente
El estudio retrata una ciudadanía que confía en los científicos, pero no en las instituciones públicas. Las confederaciones hidrográficas, los gobiernos regionales y, especialmente, el Gobierno central, obtienen puntuaciones bajas en cuanto a confianza para resolver los problemas del agua. Este dato debe ser leído con preocupación: sin confianza no hay aceptación, y sin aceptación no hay política efectiva.
Los resultados ponen de manifiesto la urgencia de reconstruir esa legitimidad institucional, y hacerlo con un lenguaje que combine rigor técnico, transparencia informativa y participación real.
Un estudio imprescindible para orientar la transición hídrica
La publicación del Real Instituto Elcano representa un punto de inflexión en la forma en que el sector del agua debe integrar la dimensión social en la toma de decisiones. No basta con invertir, planificar o regular: es necesario explicar, escuchar y adaptar. Comprender qué piensa, qué teme y qué está dispuesto a aceptar el ciudadano será clave para avanzar hacia una gestión más resiliente y equitativa del recurso más estratégico del siglo XXI.
Fuente: iAgua